Iliá Repin, "Iván el Terrible y su hijo"
1885
Nunca una pintura reflejó de mejor manera la ira, el descontrol emocional, la perdida de cordura momentánea.
El ser humano vive sobre una fina capa de hielo, sobre la que pende su cordura. En un instante, la falta de auto control puede hacer que lo perdamos todo, como le ocurrió a uno de los protagonistas de este cuadro.
El Zar aparece con su hijo en brazos, un hijo al que acaba de matar por un ataque de ira. Un mal golpe con un báculo, ha dejado a Iván sin dos de las cosas que más le importaban en la vida, su hijo y su descendencia.
El rostro terrible de Iván nos deja ver,tras el horror exterior, el amor infinito que profesa por su hijo. Una vez pasado el ataque de rabia, Iván cae en la cuenta de lo acontecido y el pánico se apodera de él.